Prologo (parte disponible y editada) ✅
- Irvin Martinez

- 13 jun 2020
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 30 jun 2020

Eran apenas las cinco de la mañana cuando Aksel Landvik empacaba todo lo imprescindible antes de partir a Tønsberg en un bolso de viaje, incluyendo su Sig-Sauer P-226, cargaba con aquella arma semiautomática incluso a los cumpleaños de sus sobrinos. Un vistazo rápido al reloj que tenía en la muñeca lo hizo salir de su apartamento casi corriendo, dejó la llave dentro del pequeño adorno floral pegado a la pared, justo sobre el timbre y bajó las escaleras saltando algunos peldaños, tenía que apresurarse si quería llegar a tiempo a la Estación Central de Oslo.
Tras alcanzar el último piso, sacó su otro par de llaves y desencadenó su bicicleta de la tubería que pasaba por detrás de la escalera, donde la suele guardar cuando llega tarde de sus paseos nocturnos, podría estar en sus treinta y cinco, pero se mantenía en forma.
Unos minutos de pedaleo más tarde consiguió llegar a su destino, algo sudado y en la comodidad de los asientos del autobús escribía un mensaje de texto a su amigo y vecino Helge, pidiéndole que recogiera la bicicleta cuando pudiera y la llevara a donde estaba antes.
***
Unas horas más tarde, habiendo alcanzado su destino sin problemas, sacó de su bolso los documentos que contenían toda la información referente a la misión que le había sido asignada, retiró con su mano derecha el cigarrillo que sostenía en sus labios después de haberle dado una calada y abrió el folder blanco. Al inicio de la segunda página pudo encontrar justo lo que buscaba, indicaciones exactas sobre el hotel en que se hospedaba a quien él descaradamente llamaba uno de sus "clientes" y una fotografía de bolsillo con ese desagradable rostro que pensó no tenía que volver a ver, además, de otras cosas que no le parecieron muy relevantes el documento no contenía nada que despertara su interés, así que marco el número de teléfono que se supone pertenecía al hotel y reservó una habitación.
Tras tomar uno de los taxis que merodeaban por el lugar y procurar no quedarse dormido en el asiento de atrás, Aksel atravesó las sofisticadas puertas de aquel lujoso edificio y se acercó al mostrador de forma circular en el centro del lobby permitiendo a los pasillos llenos de puertas elevarse alrededor de forma intimidante.
— Buenos días señor, ¿en qué puedo ayudarle?, — Preguntó la recepcionista.
— Buenos días... — Se fijó en la etiqueta de la parte izquierda del chaleco de la chica en busca de su nombre — Liz, hice una reservación para la 138 — dijo y deslizó su identificación en el mostrador.
— Muy bien, permítame un minuto mientras busco su reserva en el sistema, — Tecleó unas cuantas veces en el computador frente a ella mientras sujetaba el DNI— su depósito ha sido procesado correctamente, disfrute su estadía señor Landvik — le acercó el documento y la llave de la habitación con una sonrisa notablemente ensayada.
Aksel después de asentir con una mirada despreocupada para no parecer descortés guardo ambas cosas dirigiéndose al ascensor más cercano, presiono el botón de subida y cruzó las manos a la altura de su cadera proyectando el plan una y otra vez en su mente.
El ascensor se detuvo en el tercer piso, caminó por los pasillos guiándose por los carteles con las numeraciones de las habitaciones hasta dar con la indicada. Dejó todo sobre la cama al tan solo abrir la puerta y se desvistió anhelando tomar una ducha con agua caliente.
Su "cliente" se encontraba en una reunión de negocios de la que luego saldría en dirección hacia el bar clandestino que solía frecuentar para tomarse un trago o algo por el estilo, o al menos eso había leído en los informes de hace rato, "Vaya que no eres soso eh" decía para sí mientras abría la regadera.
***
El treintañero se encontraba a la vuelta del corredor vigilando la puerta de la habitación rentada por aquel viejo canoso que le tenía esperando toda la noche cual guardia, cada minuto se impacientaba más, de hecho, más de una ocasión le había cruzado por la mente salir a buscarle y ejecutar el "trabajo" antes de que llegase a la habitación, pero debía mantenerse apegado al plan, si algo salía mal, podría provocar algo peor que un simple disgusto.
Emitió un suspiro similar a un gruñido y llevó su mano al bolsillo en busca de la caja de cigarrillos, como de costumbre, lo colocó en su boca y cubriendo con sus manos la flama que había producido con el encendedor, encendió el cigarrillo.
Maldijo entre dientes. Ni bien dio una calada pudo divisar al hombre que esperaba, vestido de traje dirigiéndose a su cuarto. se las arreglo para apagar el cigarrillo y guardárselo esperando no dejar rastro de su presencia antes de acercarse con sigilo a través del corredor una vez escuchó la puerta cerrarse. Buscó en su chaqueta la llave electrónica clonada que le había fabricado uno de los cerebritos que trabajaban con el en Oslo cuando le encargaron el trabajo y la encajó en el lector, desenfundó su arma ya cargada mientras rotaba lentamente la perilla para abrir la puerta. La empujó de a poco esperando que no rechinara sin parar de intentar ubicarlo con la mirada, pese a escuchar el agua de la ducha cayendo, delatando donde se encontraba el sujeto, quería confirmar que no hubiera nadie más. Entrecerró la puerta con la misma cautela que aplicó al entrar para inmediatamente volverse y avanzar en dirección al sonido.
Mientras iba a paso lento sosteniendo el arma con vigor puso una cara de confusión cuando sus ojos se encontraron con la mesita de noche, se supone que todas las habitaciones eran idénticas, excepto por las de lujo, pero sentía que hacía falta algo, puede que no sea importante, pero le generaba inquietud. Apuntó con su arma a la ducha desde fuera del baño, pero no podía ver su sombra a través de la cortina, entonces, recordó lo que hacía falta en la habitación.
El hombre de aproximadamente unos sesenta años que se había escondido en la pared opuesta a la bañera hizo su aparición propinando un golpe a las manos de Aksel con la lámpara de la mesita de noche haciéndole tirar el arma a un lado, intentando no verse afectado por el inesperado ataque, esperó al próximo movimiento de su oponente, el cual, sin pensarlo mucho intentó dar otro golpe esta vez a su cabeza.
Aksel se agacho lo suficientemente rápido como para taclearlo antes de que arremetiera nuevamente, cuando ambos cayeron puso sus manos alrededor de su cuello en un intento por asfixiarle, el más viejo quien aún mostraba resistencia aprovecho la adrenalina para esta vez sí acertar el golpe a la cabeza con la lámpara. En los segundos de libertad que tenía consiguió acercarse al teléfono y llamar a sus guardaespaldas que se hospedaban en una habitación del piso de debajo.
Sólo pudo oír la voz de alguien por unas milésimas de segundo antes que el teléfono muriera completamente, sin poder girar la cabeza vio los guantes de cuero de su sicario sosteniendo el cable del teléfono alrededor de su cuello.
Reaccionó de inmediato ante la falta de aire moviendo con desesperación sus brazos intentando zafarse del cable, golpeaba las manos de su oponente y casi cualquier cosa que tuviese cerca, en un par de segundos que parecieron horas el "cliente" dejó de dar señales de vida, el pelinegro soltó el cable con el que lo había estrangulado, tomó el arma y salió del cuarto respirando de forma agitada, perdiéndose en los pasillos.
Los guardaespaldas llegaron a la escena solo segundos después, habiendo sido entrenados para situaciones como estas intentaron hacer todo el RCP que pudieron, sin recibir resultado alguno. Cuando dieron por muerto a su jefe luego de dos minutos empezaron a planear a quien llamar o que hacer, pero un sonido los sacó de sus pensamientos.
Perplejos, lo vieron tomar una gran bocanada de aire, toser un par de veces y levantarse como si de una broma se tratase, no parecía estar molesto, de hecho, mantenía una sonrisa siniestra en el rostro que poco a poco se convertía en una risa preocupante que mantuvo por unos segundos mientras se masajeaba el cuello donde se había formado un gran moretón.
Aun con hedor a alcohol, se puso sobre sus pies y sin dudarlo ni un momento saco su celular de la mesita de noche e hizo una llamada. — Svein — habló cuando la persona al otro lado contestó — necesito que hagas un historial psiquiátrico, algo que explique brotes psicóticos y tendencias pirómanas ...Aksel Landvik — colgó — tu, ve y quema una de mis farmacias, asegúrate de que nadie te vea — Le ordenó a uno de sus guardaespaldas tras colgar el teléfono.
A pesar de mostrarse confundido por lo que se le había pedido hacer no esperó a que se lo volviera a ordenar, se apresuro decidido al ascensor.
— Eh... — Gritó llamando la atención del hombre a quien había dado la orden — que sea la que está cerca de la calle Valløveien, no me gustaba esa ubicación de todas formas.
Mientras esperaba sentado en la cama, pidió al guardaespaldas que se había quedado que le consiguiera un vaso de whiskey con hielo. En el transcurso de unos segundos su teléfono comenzó a vibrar
— ¿Ya está?... bien, ahora necesitare una orden arresto por el incendio de uno de mis establecimientos, haré que uno de mis hombres se comunique contigo cuando tengas que subirlo al sistema de la policía, y Svein, que busquen al maldito enseguida — sentenció como si se tratara de un ultimátum
***
"Trabajo completado" plasmaba en su cerebro camino a casa de su hermano, pensaba visitar a sus sobrinos antes de tomar otro autobús que lo llevara de vuelta, sin embargo, sus planes se vieron interrumpidos por las ganas de tomar algo.
Para su suerte al dar un giro en la esquina próxima, se topó con un pequeño mini market, no muy destacable, pero sin duda obtendría allí lo que buscaba. Cuando empujó la puerta escuchó el sonar de una campana ubicada en la parte de arriba, el vendedor, más atento a su teléfono que a su empleo ni se molestó en dedicarle una mirada, caminó hasta los refrigeradores del fondo y tomo un refresco de uva.
Durante el breve paseo que se daba entre los pasillos buscando algún juguete con el que sorprender a su sobrina escucho algo que llamó su atención, en la esquina derecha del lugar un televisor no muy grande y evidentemente antiguo mostraba a una reportera hablando sobre el incendio de una farmacia en la calle Valløveien provocado por un "pirómano trastornado" después de que su jefe lo despidiera.
— Pobre diablo — dijo en tono de burla en un intento por hacer conversación con el chico tras el mostrador
Cuando una foto de su rostro apareció en la pantalla sostuvo un silencio que se hizo notar como el estruendo de un relámpago, el chico, con los ojos bien abiertos, incluso temiendo por su vida marcó el número de emergencias tan rápido que el treintañero no tuvo tiempo para parpadear, corrió desesperado fuera del edificio, escuchando la voz del adolescente dando detalles a través de su teléfono desvanecerse.
Corría buscando un lugar en que esconderse al ver las luces de una patrulla policial presentarse desde lejos, aparentemente su búsqueda había empezado antes de lo que creía, cuando se puso en marcha en dirección opuesta se encontró con otra patrulla doblando a la esquina.
Supuso que los oficiales lo habían visto, pues encendieron la sirena al instante, paso tras paso, su energía se evaporaba mientras huía a través de la calle de enfrente con la patrulla a sus espaldas, dio un giro en un callejón a la derecha y logró librarse de manera efímera, el segundo patrullero hizo su aparición, híper ventilando intentó zafarse de este yendo en la misma dirección, mala elección, cuando la policía lo alcanzó lo tiraron contra el capó y desarmaron, lo esposaron para empujarle dentro del automóvil e hicieron saber a la estación que lo habían capturado y se dirigirían allí.
El tiempo corría demasiado rápido, pasaba una calle tras otra sintiendo la oportunidad de huir escaparse de sus manos. Los oficiales lo sacaron bruscamente una vez llegaron, pero no le permitieron quedarse demasiado allí, "el caso estaba en manos de los federales" explicaba un oficial regordete presentando a dos hombres con trajes elegantes que tenían pinta de todo menos de federales. Con temor en sus ojos, Aksel hacia todo el escándalo posible esperando que no lo entregaran a esos hombres, sin saber que sus acciones solo daban fuerza a aquel falso historial psiquiátrico que tenía en su contra.
***
El carro oscuro en que había sido forzado a subir aparco en una parte desolada del muelle de Tønsberg, sabía lo que estaba por venir, pero buscaba con inquietud una manera de evitarlo. El chirriar de la puerta de una caseta a su derecha capturo su curiosidad, estaba convencido de que había asesinado a ese hombre, solo quería saber si alguien le había visto hacerlo, si había fallado en algo. El sentimiento que agobio todo su cuerpo al ver a su "cliente" lleno de vida junto a otra persona presentarse allí era algo indescriptible, por un momento, ya no sabía en qué creer.
— Sabes, sé que Jan estaba disgustado con nuestro acuerdo, pero no pensé que llegaría a caer tan bajo — decía aproximándose con una mirada despiadada — y que lo enviaría a usted para hacer el trabajo sucio señor Landvik, eso sí que fue el factor sorpresa — parloteo intentando sonar divertido
— Cuatro años soportando sus tratos de mierda, donde usted se queda con más de la mitad de las ganancias es una justificación más que aceptable para lo que hice, sin mencionar todos los problemas que nos ha traído el hacer negocios con usted — pretendía seriedad para ocultar su obvio miedo a la muerte.
— Porque todos los hombres de Jan tienen la misma actitud malagradecida que él, ustedes hacen dinero con mi mercancía — se enfocó en estas últimas palabras exhibiendo superioridad — soy un hombre justo, Landvik, ustedes solo reciben el porcentaje que merecen
— Yo te enseñaré lo que te mereces — murmuro sarcástico casi para si mismo sin parar de temblar
— No debiste haber venido, lo advertí en aquella reunión en Oslo, otro incidente y estaban fuera.
Al ver al hombre a su lado extenderle una pistola respiro profundo, preparándose mentalmente. Vio fijo a los ojos aquel rostro que desde un principio le causó descontento, intentando encontrar algo de piedad en el, pero mientras sujetaba el revólver en su frente no estaba seguro de sí si quiera había una persona allí dentro.
— Están fuera — el estallido del disparo ahogó el silencio y la sangre del cuerpo sin vida de Aksel Landvik se volvía uno con el adoquinado del muelle.



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